No lacté y soy pro lactancia
Suena algo contradictorio el título de mi texto pero te contaré como llegue al punto dónde me declaro; PRO LACTANCIA.
Durante el embarazo tomé un maravilloso profiláctico y un curso de lactancia, antes de tomar este último dudé un poco pues pensaba que algo tan instintivo se daba de forma muy natural y sí, pero también hace falta información. Me ayudo para tomar varias decisiones que favoreciran la lactancia que ya tenía planeada. Al nacer mi hija hubo varias prácticas que no me convencieron respecto al hospital; se la llevaron a un cunero, la vi hasta el siguiente día y le dieron fórmula. Sabía que todo lo anterior podía pasar, así que por eso hice mucho hincapié en que no le dieran en biberón.
Cuando nos fuimos a casa recibí a una asesora de lactancia, recuerdo que a mi madre le pareció algo rara la idea de que alguien me enseñará a lactar pero me acompaño durante el tiempo que Diana estuvo conmigo. Tuve un maravilloso agarre, no tuve grietas o molestias, suspendimos la fórmula a los tres días de nacida y solo di teta. Todo iba de maravilla, hasta que paso poco más de una semana y (ya te había contado en donde hablo de las razones por las que colecho) mi hija tuvo un conato de bronco aspirar, casi enloquecí.
Fuimos al pediatra y el diagnóstico fue reflujo. Parecía el peor reflujo porque mi hija después de cada toma vomitaba todo. Cambie de pediatra, dí con uno que cuenta con la especialidad de Gastroenterólogia. En la primera cita nos dio medicamento, estudios y a mi una dieta libre de lácteos para aminorar los síntomas de ella. Tres semanas después no había mejora, mi hija tuvo otro episodio de bronco aspirar con todo y que tomábamos las medidas necesarias en cuanto a la posición inclinada y lloraba todo el día y la noche, no importaba lo que hiciera ella lloraba. Torbellino seguía sin ganar peso por el contrario, perdió algunos gramos más, algunos niños pierden peso a la semana de nacidos pero en este caso paso poco más de un mes y no ganábamos nada.
El doctor me vio algo angustiada y sugirió una fórmula anti reflujo solo por unas semanas y me dio la instrucción de extraer para no perder la producción y al paso de unos días retomaríamos la teta. Un par de semanas después mi hija tuvo mejoría, no regresaba la leche y yo seguía extrayendo con la idea de continuar. Una mañana mientras hacia la extracción con un súper potente extractor (esos que son el objeto de deseo de cualquier madre que lacta) voltee hacia mi pijama pues note un color extraño, al revisar la leche estaba rosa y al retirar el extractor estaba lleno de sangre, sí sangre. Revise cuidadosamente la teta y no encontraba algún rasguño o herida por fuera, era una buena cantidad y realmente me asusté. Llamé al ginecólogo y me pidió que suspendiera la extracción y fuera a consulta, al parecer algunos vasos se lastimaron con el extractor, para ser honesta no recuerdo su explicación y hasta la fecha no conozco a alguien que le hubiera pasado.
Empecé a tomar medicamento e informe al pediatra de lo ocurrido y me pidió siguiera las instrucciones del ginecólogo y fue así como mi lactancia termino en desastre. Una sucesión de actos entre desatinados quizá, desinformados tal vez y sobre todo desafortunados. Entre el reflujo y el episodio con el extractor se acabo el tema, mi hija iba bien con la fórmula, yo no había superado del todo el horrible baby blues (esa es otra historia), me sentía cansada, deprimida y sobre todo CULPABLE. Había hecho todo para que salieran bien las cosas y aún así había fallado. La culpa me acompaño por muchos meses, al grado de no tolerar el tema de la lactancia y recurrir a argumentos para convencerme de que todo estaba bien, hoy asumo que esos argumentos llevaban una buena dosis de culpas.
Me costo superar el tema, mucho. Entraba a grupos de Facebook y cuando leía posts de lactancias y criticas al biberón me sentía lastimada y me enrollaba en peleas absurdas. Me ofendían los comentarios que señalaban que, lactar era amor y me dolía pensar que entonces yo no amaba lo suficiente a mi hija. No se trataba de esas madres que hacían afirmaciones acerca de la lactancia, se trataba de mi que tenía una herida que no había sanado. Me costo llegar a este punto donde reconozco que sí era una terrible culpa lo que traía en la espalda.
Poco antes de que llegará el año me di cuenta que había estado peleando una batalla absurda y que efectivamente la leche materna es lo mejor pero que yo había hecho todo por dar el biberón con el mismo amor, veía a mi hija sonreír y crecer y eso me motivaba. Entendí que había otras formas de demostrar mi amor.
Seguí documentándome, sin tomarme personal ninguna afirmación. Cada día que pasaba tenía más información y la idea más clara de que en algún momento podía tener otra oportunidad de hacerlo como yo hubiese querido.
Por el hecho de que yo no haya lactado y hubiese vivido con culpas casi el primer año de mi hija, no voy a frustrar lactancias ajenas, por el contrario creo que entre madres podemos darnos el soporte suficiente para promoverla y defenderla. Me auto proclamé pro lactancia a pesar de mi lactancia frustrada, sé que la próxima vez puedo ser más persistente, por ahora me enfoco en dar algo de la información que tengo y en su momento volveré a intentarlo y con mucha más convicción.
No es malo dar biberón, es más, si decides darlo por que te da la gana, házlo pero sin culpas y sobre todo sin desinformar a otras. Si algo pasa en el camino y pareciera que quieres tirar la toalla o que no se está dando como quieres, infórmate, busca asesoría y decide. Dí biberón y empatizo con las madres que lo hacen porque llegar a esa decisión no es tampoco fácil.
La lactancia está relacionada al apego, pero no lo es todo (respecto a ese tema), sí lo favorece y su contenido nutricional es oro. Si se da el biberón podemos suplir el apego con todo nuestro amor y comprensión pero no el tema nutricional. Entenderlo me llevo al punto dónde estoy, mi hija ha crecido sana sí pero ya no me siento en deuda con el tema.
Recuerda que la lactancia es un acto de amor, fe y paciencia.
Amor; porque la entrega y el esfuerzo que ponemos al lactar es único. Siempre, será lo mejor para tu hijo.
Fe; cuando llegan nuestros hijos surge la necesidad y ese agobio porque coma y se nutra. Dudamos de nuestro cuerpo pues no vemos que tanto están comiendo y es IMPOSIBLE saberlo. Ojalá la teta fuera transparente y supiéramos la cantidad de onzas que producimos pero como no es así, lo podemos considerar como un acto de fe hacia tu cuerpo.
Paciencia; porque es un proceso paulatino. Tu cuerpo producirá lo que tu hijo necesita. No esperes litros de leche, espera la producción suficiente para satisfacerlo conforme vaya creciendo.
Lo más importante en este periodo es que recibas asesoría y apoyo de otros para poder hacer está noble labor con toda la entrega que implica. Si das el biberón, si tienes lactancia mixta o exclusiva sigues siendo una madre maravillosa, pero hagamos labor juntas para que ese índice tan bajito de lactancia vaya subiendo en bienestar a los niños.
Soy pro lactancia porque sé que la lactancia es lo más recomendado y lo más saludable.
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