Mujeres juntas, ni difuntas

Se dice que las mujeres no pueden estar juntas, ¡Pura mala fama!

Cuando me convertí en madre confirme que no hay mentira más grande. Siempre he sido una persona social, me gusta tener amigas, estar en contacto con ellas y compartir momentos e historias. Antes de ser madre contaba con un pequeño grupo de amigas con las que pasaba buenos momentos de copas, música, viajes y fiestas. Creo que la gente llega a tu vida con una misión y en aquellos años era divertirnos;  nos desvelábamos por gusto, sobrevivíamos a unas copas de más y al final de la noche la pasábamos increíble ya sea cenando, en un café o bailando.

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Pero en esta vida todo tiene un ciclo, incluso algunas amistades, no se diga cuando te conviertes en madre. Si ese grupo no tiene interés por el tema, el ciclo acaba ahí y de tajo. Después te encuentras sola, con un bebé en brazos y con poca gente a quién contarle lo que sientes, piensas y vives. Así como llegaron, se fueron y te das cuenta de que ya no tenían mucho en común. En un intento desesperado se toman un par de cafés y empiezan a hablar de maternidad, sin tener la más remota idea de cómo te duelen las tetas mientras estás ahí sentada (¡Uy seguro se ofenden si te sacas una!), de esas tremendas desveladas o de cómo manejar el llanto de tu hijo. Sus comentarios bien intencionados no son de ayuda, lo reconoces y en ese momento pones un punto final, algunas de ellas lo pusieron antes.

Estos últimos años he hecho más amigas de las que tenía antes de ser madre y resulta que la mayoría son madres. Estoy convencida que una madre necesita de un grupo que la sostenga, que le haga saber que no está loca, ni sola. Necesita escuchar las mismas historias de berrinches, leer en el whats app los consejos de la cebolla para la tos, darse cuenta que tienen las mismas preocupaciones,  y viven experiencias similares. Una madre necesita de alguien que le ayude a retomar el enfoque,  ver el panorama más claro y que incluso le muestre uno que no había considerado. Necesitamos amigas que nos digan que todo va estar bien, que te relajes y te den un abrazo. Las madres necesitamos tejer redes que nos acerquen.

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Adoro esos grupos de amigas donde todas son honestas, ninguna pretende nada, no se trata de ganar el premio a la mejor madre, no te juzgan, por el contrario; te contienen. La autenticidad predomina, puedes decir libremente que estás rebasada, que todo está fuera de control y aceptar que eres vulnerable.

Pero momento… esas amigas no solo hablan de hijos, saben de noticias, de libros, de cine, hablan de como arreglar el mundo y por supuesto, de esposos y suegras. Se beben litros de café y salen corriendo para ir con los hijos, después de vibrar tanto, calmar las aguas y cargar energía.

No hay nada más placentero que sentarte en la mesa con una amiga o varias, para reir de los dramas y alegrías de la maternidad, llorar o festejar, mentar madres o amar, quejarse o sentirte plena y al final concluir que todo vale la pena por esos ojos tan brillantes y en eso también coinciden, en el infinito amor hacia ellos.

A la fecha la mayoría de mis amigas llegaron cuando me convertí en madre, conservo solo una desde hace 15 años pero ¿Qué creen? Nos convertimos en madres con 6 meses de diferencia, la misión de ella en mi vida será muy larga.  Todas ellas me acompañan en la mejor etapa de mi vida, justo cuando más nos necesitamos como mujeres. 

Esas intensas, que devoran litros café, que no son perfectas, que escriben largo y tendido en whats app, que no se hartan de tus dramas y que aman de forma única a pequeños seres de un metro (o más) esa es tu tribu.

Ama, conserva y cuida a tu tribu, ellas siempre serán las que te entiendan mejor. 

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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