¡Me volví a tatuar!
Mi cuerpo se convirtió en un lienzo dónde plasmo mi propia vida. Quién se iba a imaginar que ahora siendo madre encontraría el gusto por hacerlo. Lo había considerado siendo más joven, pero entre la mueca de mi padre cuando le decía y pensar que dolía, pasaron años. Cuando la idea volvía a mi mente concluía que necesitaba un evento importante, que me motivará a hacerlo. No quería hacerlo por una simple moda o por un arranque de frivolidad a mis 15 para después arrepentirme o ver ese tatuaje y que no me inspirará nada. Necesitaba hacerlo por algo relevante, tomar la decisión de portar algo para toda la vida es algo serio.
Finalmente llegaron dos motivos que cambiaron mi vida y que debía quedar grabados en mi piel. Por supuesto uno es el nacimiento de mi hija; nada volvió a ser cómo antes, mi vida dio un giro y deje de ser solo yo, por supuesto que debía tatuarme. Llevo su nombre en el tobillo con una hermosa ave que me recuerda que algún día extenderá sus alas y hará su vida.
Hace pocos días decidí volver a hacerlo, había sido algo que de nuevo estaba postergando, mis prejuicios de repente se asomaban diciendo; “Vamos Paola tienes 34 años, eres madre bla bla ” Los descarté, no soporto la gente prejuiciosa y por supuesto no seré una. Decidí que me importa un comino aquella gente que juzga a otra, por el simple hecho de atreverse a ser diferente, esa mentalidad es tan retrograda que por supuesto va contra mi. Mi congruencia no iba a escuchar esa absurda voz limitante. A pesar de lo anterior seguía postergando y después entendí porque; no solo era ir, era encontrar el momento perfecto para moverme y hacerlo. Finalmente llego.
Fuimos al estudio, ahí andaba mi hija, rodeada de tatuados y perforados. Muy atenta vio el proceso, y al final me preguntó; ¿Cuándo te bañes se borra? Aun no le había explicado que significa el tatuaje, pero pensé; ojala con un baño algunas penas se borraran.
Un año atrás recibí la noticia de un tercer embarazo, ya te había contado por acá. Lo habíamos planeado y deseado pero no se dio. Fue mi segunda perdida gestacional. La peor parte, es que casi muero por una terrible hemorragia interna que me hizo perder más de 3 litros de sangre. Por supuesto esta experiencia fue un parteaguas, me sumergió en el dolor y sobre todo en el miedo de dejar a mi hija.
Después de meses de trabajarlo, de hacer un esfuerzo por comprender el por qué, cerré mi ciclo. Me he acompañado de mi esposo, padres, algunas amigas, un terapeuta y un curso de psicología que en pocas sesiones me dio las respuestas que necesitaba. Me atreví a soltar y ahora agradezco y dejo de buscar respuestas pues al final encontré las que necesitaba. Agradezco la oportunidad de ser madre de una niña sana y espectacular, que me llena de energía y es mi motor de vida, agradezco que Dios me ha quitado pero también me ha dado a manos llenas y sobre todo decidí dejar de cuestionarlo y entender que no todo está en mis manos.
Comprendí que la felicidad no es un número binario, la misma felicidad la puede dar un hijo, dos o tres. Entendí que lo que deben mover tus actos no es la arrogancia, la necedad, el ego y la competencia, sino el amor y la convicción, que si te mueve lo primero estás condenada a vivir infeliz. Pasarás la vida buscando la satisfacción sin saber que está no la encontrarás a fuera; en algo o alguien, sino que emana de ti. La felicidad para mi está en el aquí y ahora con lo que tengo, no con lo que tendré o no tuve, así es que decidí liberarme y ser apreciativa, abrir los ojos y ver lo que tengo en frente.
Llegue al estudio de tatuajes después de una sesión con mi terapeuta, entre ahí convencida de que era el momento de cerrar ese ciclo y abrir puertas y ventanas a uno nuevo. Me hice un tatuaje que simboliza dos corazones que no latieron, la línea de un electrocardiograma como si yo les diera vida en mi piel, esa misma línea representa mi propia vida después de haber sanado física y emocionalmente. Justo eso es vivir; las subidas y bajadas. Simboliza también dos corazones que hoy laten; mi hija y yo y por último representa el pasado y el presente. Hoy estoy viva, sana y con la piel marcada para no olvidar que tengo mucho que agradecer.
Quizá te preguntes; ¿Qué pasa si mi hija de grande se quiera tatuar? No pasaría nada, yo no soy dueña de su cuerpo, y a cierta edad ella será lo suficientemente madura para decidir. Quizá le lleguen los treinta como a mi y no lo haya hecho. No me preocupa que me vea tatuada, me preocupa más que sea feliz, como yo decidí serlo a partir de hoy, no es que no lo fuera pero cuando restas cargas, puedes abrazar y sentir más.
Finalmente mi hija en la noche preguntó, ¿Qué es tu tatuaje mamá? y con una sonrisa en la boca respondí; Es la vida hija, es la vida.
Comments (2)
Diana
Súper emotivo y bello tu tatuaje, ambos, yo también lo he postergado, estoy segura que llegará mi momento para hacerlo
Abrazote!!
Cynthia Mancilla
Me encantó tu post como siempre Pao, hermosas palabras pero sobre todo sabias y llenas de amor y experiencias vividas, te admiro, por todo y más, a seguir echandole ganas, muchos Saludos
Cynthia
SLP
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