Maternar lejos de la propia madre

Nuestras madres son parte esencial en nuestra crianza, proveen de muchos conocimientos y la contención emocional que nos dan al debutar como madres es crucial. Su presencia es un regalo para nosotras, algunas tienen el privilegio de estar cerca de ellas. 

Mi madre vive lejos, aunque solo nos separa 1 hora en avión o 6 en carretera para mi ha sido una distancia como al otro lado del mundo. A veces pienso que hay cosas de mi maternidad que seguramente serían más fáciles si ella estuviera más cerca.

 

Cuando nació mi hija estuvo acompañándome desde el primer segundo. La distancia y sus ocupaciones hicieron de las suyas y a los 15 días tuvo que regresar; estoy sola, pensé. Jamás me había sentido así, aunque tenía a mi hija en brazos y mi esposo nunca me ha soltado de la mano, me sentía completamente desvalida, desorientada y llena de hormonas que hacían el proceso más difícil.

Recuerdo que me dijo; «así envuelves a la niña en su sabanita» y nunca lo logré»,  «Así la giras para el baño» y jamás me animé. Me daba pavor, ahí andaba mi hija, limpiecita solo de la parte de frente. Si mi madre hubiera estado ahí cerca, me hubiera convertido en una experta en envolver y bañar bebés. 

Cada que nos visitamos, ella se queda con un pedacito de nosotras que no se quiere regresar. Y bueno, ahora mi hija la aclama; «abue abue» y me da el celular para nuestra sesión de FaceTime o para mandar un mensaje de voz. Siempre está al pendiente de nosotras por todos los medios posibles, y sé que si por ella fuera, se partiría en mil para poder estar con todos.

A veces solo necesito de sus palabras, otros días de su compañía y hay días que suplico por su ayuda. Sé que mi maternidad sería diferente si mi madre estuviera cerca. Bendita tecnología que nos acerca y que nos permite que por Whatsapp nos ilustre con su sabiduría maternal. Me ha dado muchos consejos pero lo que más admiro y le agradezco es el respeto hacia mi forma de criar.

Las madres son parte de nuestras raíces, están llenas de sabiduría e historias, basta con sentarte a su lado para que en pocos minutos recorran tu infancia. Es un verdadero placer verlas y escucharlas. Lo más bello es la forma en que ahora las vemos; ahora las honramos y respetamos. 

Ojalá mi madre estuviera cerca, pero cada que puedo abrazarla mi corazón se recarga. 

 

 

Author: Mi vida de madre

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