Los golpes no educan

Me preocupa vivir en un mundo dónde los animales han ganado más terreno en el respeto de sus derechos que los niños;

  • Golpear a un perro es considerado maltrato animal
  • Golpear a un mujer, violencia de género
  • Golpear a un niño, increíblemente se le llama disciplina.

¡El mundo está de cabeza!

 Aclaro, que tengo una hermosa perra en casa a la que se le trata con en el mismo amor, cariño y respeto que a cualquier integrante de la familia.

¿Qué pasa cuando la sociedad le da más importancia a la imagen de un perro maltratado? Pasa que esa imagen se difunde en redes sociales, se hace un escándalo, se persigue y castiga a los culpables. Pero golpeas a un niño y nadie levanta la voz te dicen que más vale que sea a tiempo y que es por su bien.

¡No, no, no y no, me resisto a creer que sea por su bien!

Hace poco alguien me comento:

“Tu hija es muy pequeña, no te ha llevado al límite por eso no has tenido la necesidad de hacerlo, no se compara su actitud con la de un niño más grande”.

No estoy de acuerdo con ese comentario. Mi hija atraviesa por una etapa conocida como “Los terribles 2” vivimos altibajos todos los días y como toda madre hay días que me desespero, aun así JAMÁS he sentido la necesidad de ponerle una mano encima y lo más importante, estoy consciente qué quiero para mi maternidad al respecto; NO GOLPES.

Soy una persona respetuosa de la crianza de los demás pero si hay algo en lo que no estoy de acuerdo es con los golpes, ni la famosa nalgada a tiempo. Crecí en una familia maravillosa, no perfecta, pero sí unida y los mejores recuerdos de mi infancia son jugando con mis hermanas, la compañía y consejos de mis padres. No recuerdo que me golpearan de niña. Al parecer se puede obtener el mismo resultado con golpes que sin golpes por qué igual me considero una persona de bien.

Cuando una madre golpea a un niño lo único que hace en ese momento, es descargar su propia frustración, sin recurrir antes a la capacidad de diálogo y herramientas de negociación. Creo que todas las personas tenemos las mismas habilidades de dialogar y negociar, tal vez algunas solo les falta desarrollarlas, como padres debemos generar ese compromiso. En la actualidad acceder a información se ha vuelto más sencillo, no quiero justificar a generaciones pasadas pero sí es importante recalcar que ahora podemos encontrar nuevas alternativas para educar desde el respeto y la empatía. Los estudios e información acerca de las causas negativas de los golpes ABUNDAN.

Es lo mismo dar una nalgada que una golpiza pero nos gusta disfrazar las cosas para convencernos a nosotros mismos que estamos haciendo bien y que lo hacemos por ellos. No es justo, ellos no lo comprenden así solo saben que estás enojada y los has golpeado. No necesitas hacerle saber por medio de golpes quién manda, tu hijo lo sabe. Por favor, no lo subestimes.

Detente, reflexiona y negocia con ellos.

Los derechos humanos no distinguen entre las supuestas variaciones de golpes que nosotros mismos hemos catalogado como inofensivos y correctivos. No es admisible que pensemos que un jalón de orejas es válido en un niño pero no es igual si un hombre le da ese mismo jalón a una mujer. No pretendamos regularizar y normalizar la violencia física hacia los niños usando argumentos que bajo ninguna ley pueden ser justificables.

Tu hijo no pensará:

“Lo hace por mi bien”

“Fue una nalgadita suave”

“Me lo merecía”

Tu hijo pensará que si sus padres pueden hacerlo, es válido que cualquier otro lo haga. Los golpes dañan su autoestima y su seguridad, dañan a la familia y a la sociedad. Un niño no se volverá respetuoso por un golpe, un niño se convierte en un adulto sano por el ejemplo que le des. No respetará a sus padres, les tendrá miedo y eso crea una barrera de comunicación entre ambas partes.

Hace muchos años en televisión había una campaña que decía; «Cuenta hasta 10″ ¿La recuerdas? Consistía en que antes de golpear a un niño contaras hasta 10, muy simple y fácil. Me parece buen recurso, revivamos esa campaña y llevémosla a nuestro hogar.

Creo y confió que es posible educar de otra forma, día a día trabajo en ello. Peleo contra mi carácter, el cansancio, el estrés para no hacer a mi hija víctima de ningún tipo de violencia. No podría imaginar su mirada y  dolor después de que la persona a la que más ama en este mundo, ha dañado su integridad por el simple hecho de que no supo controlarse y tampoco quiero lidiar con la culpa que tendré después de hacerlo.

Antes de golpear a tu hijo, ¡Detente! Reflexiona si en realidad es por su bien o solo estás recurriendo a un recurso fácil con tal de desahogar tu enojo y frustración. Nuestros hijos son lo que más amamos, no los lastimes, tal vez un moretón se desvanezca pero no será así con su autoestima.

Author: Mi vida de madre

Share This Post On