Envidio a los niños

Adoro a los niños, me gusta verlos correr, reír y jugar.

Antes de ser madre me gustaban, jugaba con mi adorado sobrino que fue el primero que me enseñó a amar a un niño con locura. Ahora que soy madre no solo me gustan, los adoro y defiendo. Me llena de ternura verlos, me encantan en todos sus tamaños y formas. Por supuesto, los más chiquitos son mis favoritos.

Los niños son la riqueza de nuestra sociedad, en ellos existe la posibilidad de un mundo mejor. Cada madre recién nacida tiene en sus manos la posibilidad de cambiar al mundo, criando a ese niño con amor, respeto y empatía lo hace más propenso a ser un factor de cambio.

Me gustan los niños porque me han enseñado la grandeza y nobleza de una persona. Son pequeños de estatura pero grandes del alma.  Pero a veces los envidio, me da nostalgia haber dejado atrás tantas virtudes que lleva la infancia.

A medida que vamos creciendo, perdemos ese brillo en los ojos al ver cosas nuevas y experimentar. Ojalá conserváramos tantas virtudes que lo niños poseen.

¿Cómo podría envidiarse a un niño?

Los envidio en el maravilloso y buen sentido de la palabra;

  1. Los niños saben decir no y cuando lo hacen nadie se ofende, tienen claras la mayoría de sus decisiones
  2. Hacen amigos con facilidad, en el parque en la fiesta infantil, no importa a dónde vayan juegan entre si
  3. Se ríen de cosas sencillas, no necesitas hacer la gran cosa, no hay que ir por ahí disfrazado de payaso para sacar una buena carcajada que les vienen desde el corazón
  4. Su capacidad de asombro; todo es grandioso, nuevo e interesante
  5. Su nobleza; no hay en ellos malas intenciones, sus actos se limitan a explorar
  6. Su capacidad de amar es inmensa, las miradas de complicidad con mamá o papá, esos besos y abrazos espontáneos. Ellos aman y te lo hacen saber
  7. No temen al ridículo, los ves por ahí vestidos de súper héroes sin que les importe revelar su identidad, vestidas de princesas o poco combinadas sin que les importe si los zapatos les van bien a la blusa. «El qué dirán», eso no existe para ellos
  8. Bailan y no importa si lo hacen bien o mal, los ves bailar completamente arrítmicos, no importa que estén en la calle o que el sonido provenga de un juguete o de un comercial de TV, ellos bailan y lo hacen como si fuera el baile de la vida
  9. Saben perdonar; no importa si mamá o papá se enojaron por esa travesura y pegaron varios gritos, al siguiente día pareciera que nada ocurrió
  10. Son desinterados, les gusta estar contigo por el simple hecho de quién eres 

¿Ahora me explico cuando digo que envidio a los niños?

¿En qué momento perdimos eso los adultos? Hay días que me dejo fluir y bailo con mis dos pies izquierdos a lado de mi pequeña y para ella es el mejor baile, pero algún día me gustaría sacudir esos prejuicios que vamos adhiriendo a nuestra vida adulta y volver a ser niña. Me gustaría volver a serlo por lo menos un día. Como no es imposible, me enfocaré en verla bailar todo sonido que la invite a hacerlo.

Ama a los niños, ellos son el futuro de este mundo.

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

Share This Post On