7 cosas que he aprendido de la maternidad
7 cosas que he aprendido de la maternidad
La maternidad es un constante aprendizaje.
No soy la misma madre de hace 2 años y medio, ni la misma de hace un año, es más, ni la misma de ayer. Como madres tenemos que evolucionar, crecer y aprender con nuestros hijos. Puedo hacer una larga e interminable lista de cosas que he aprendido con la maternidad pero hoy quiero hablarte solo de algunas y las que consideró más importantes, cosas que solo ella era capaz de enseñarme.
1.Soltar el egoísmo; nunca he sido del todo egoísta, suelo preocuparme por aquellos que amo; mi familia y mis amigos, por ejemplo. Pero cuando de mí se trataba, de mi tiempo, de mis cosas había sido muy celosa. Jamás imaginé entrar al baño con una hija en las piernas. Aprendí a compartir mis espacios íntimos como el baño, mi cama, mi comida y sobre todo mi tiempo. Poner las necesidades de alguien más sobre las mías, volverlo parte del día a día.
2. Reírme de las cosas simples de la vida; con un hijo sobran motivos para reír. La vida a lado de ellos es un gozo. Reírme de sus chistes por muy simples que sean y aplaudir sus logros, entregarme a disfrutar de esas maravillosas risas que ahora inundan mi hogar. Lo que para algunos puede resultar una bobada a mi me provoca una carcajada que puede cambiar e iluminar mi día. Sus ocurrencias, caras, bailes, preguntas, etc, hacen que no solo mi día sea mejo, MI VIDA.
3. Pedir perdón; no temo a disculparme con mi hija si he tenido un mal día y todo sale de control. No hay nada más humilde y noble que reconocer nuestros errores y si algún día grito y reacciono de más, me agacho, abrazo su pequeño cuerpo y pido perdón. Al hacerlo le enseñó a ella que aceptar sus errores la engrandece y sobre todo le enseñó a perdonar.
4. Re descubrir el mundo; hemos ido perdiendo la capacidad de asombro, los tiempos, los medios, las redes nos enseñan todo y parece que ya nada nos parece raro. Ir al parque y sentarme a ver una fila de hormigas, ver las aves pasar por arriba de nuestra cabeza, explicar en dónde termina el mar, sentir como el pasto hormiguea en nuestros pies, admirar y valorar todo eso lo aprendí con ella.
4. Equivocarme; no soy perfecta y aunque todos los días intento hacerlo lo mejor posible para ella, suelo equivocarme y eso no me convierte en mala madre. Caer, reparar y seguir es lo que nos convierte en buenas madres, no perfectas. Jamás he querido ser la madre perfecta, no va conmigo esa pretensión. Lo único que quiero ser es lo mejor para ella. La maternidad es como el arte, subjetiva y a veces en lo imperfecto es donde radica la belleza.
6. Autocontrol; hay una diferencia enorme entre, tener mal carácter y carácter fuerte. Algunas confundimos estas dos etiquetas. Yo solía tener mal carácter, ser muy reactiva y algo visceral. Todo eso lo guarde en un baúl bajo llave y a veces hacen un esfuerzo por salir y brota en mí esa persona que era antes. He aprendido a manejar a esos monstruos, tuve que aprender a hacerlo para no lastimar a mi hija. Siempre que tenemos una crisis intento hacer el mejor manejo posible y si de pronto se sale de mis manos, me retiro, respiro y vuelvo. Ha sido un proceso que me ha llevado tiempo, soy humano y sí, a veces me equivoco pero he aprendido a pedir disculpas y volver a empezar.
7. Amar de una forma muy intensa; el amor por un hijo es ÚNICO y aunque algunos han debatido el punto conmigo, la única forma en la que podrían comprender mi punto es, siendo madres, no hay más. El amor por un hijo toca lo sublime y lo espiritual, te hace ver y sentir cosas que jamás ningún otro amor te mostrará.
Son muchas las cosas que he aprendido en este camino que apenas inicia, mi hija es muy pequeña y me emociona mucho pensar que conforme vaya creciendo iremos aprendiendo ambas.Cuando somos madres recién nacidas es común que pensemos; «todo lo que te voy a enseñar» pero jamás imaginamos todo lo que ellos nos enseñan también.
Comments (3)
Viviana Gonzalez
Descubrir estas cosas es algo movilizante… somos afortunadas por poder vivirlo!
Aubanel Jazmín
Lo de re descubrir el mundo me encanta, al lado de mis niños me vuelvo niña y me vuelvo a asombrar de cosas maravillosas que en ocasiones por mi «complicada vida de adulto» había olvidado. Gracias por compartir.
Erika Lerma
Los niños son los mejores maestros. Nos enseñan que conforme crecemos nos encanta complicarnos la vida. Cuando disfrutarla es tan fácil. Saludos ?
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