Renuncio a ser la madre perfecta

Cuando me embaracé pensaba en el parto y me ofuscaba la idea del dolor, pensaba en la larga lista de cosas que había que comprar y en dónde iba a encontrar una buena cuna.  Con el paso de los meses me di cuenta que la crianza es lo que quizá debió preocuparme y ocuparme más  pues finalmente el parto es un día y lo demás eran cosas simples, lo más retador (para mí) vino después.

Los niveles de exigencia ahora son tantos que algunas veces nos sobre pasan y caemos en el falso mito de la MADRE PERFECTA y lo peor es que caemos por voluntad propia. Cada día tenemos que sortear mil cosas; ser buenas madres, tener la casa ordenada, trabajar para asegurar un mejor futuro para los hijos, sino trabajas debes ser una ama de casa impecable, hacer malabares para cuidar tu vida matrimonial, verte espectacular, alimentar sano a tu familia y llenar el ojo a otras madres para no verte en juicios… yo, RENUNCIÓ. 

Yo estoy lejos de ser una, es más, no quiero ser una, no quiero llevar en los hombros la carga emocional que representa ser, intentar ser o fingir ser una madre modelo. Yo decidí ser madre he ido haciendo consciente lo que implica ser una y definitivo no, ese paquete no me lo compro aunque a veces sea tentador. Hago lo mejor que puedo y eso me conforma.

Bueno, no creo que exista la madre perfecta incluso desconfío de aquellas que ostentan serlo. Para algunas ser la madre perfecta es sinónimo de ser sacrificada y abnegada, cumplir con todo lo que arriba llamo exigencias y eso implica olvidarte por completo de ti, anular tu existencia y tus necesidades, si de eso se trata ser la madre perfecta prefiero renunciar a eso y si eso me hace egoísta, ni siquiera lo voy a discutir.

Te interesa; Fui la madre perfecta 

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Soy imperfecta tanto que disfrutó de algo de tiempo a solas,  de una salida al cine con mi esposo, y tan imperfecta que si me quiero comer un chocolate y ya es noche le digo que pica pues no le gusta el chile, igual lo hago si me pide refresco porque no me gusta que lo tome. Uy sí, sí digo mentiras piadosas para evitar las explicaciones largas o complejasCuando me pide más helado después de una porción, le digo que no hay más porque faltan muchos niños por venir por helado y ¿qué creen? Esa respuesta le encanta y la deja conforme. Soy una despiadada mentirosa (sarcasmo, aclaro por aquello de lo políticamente correcto). Procuramos una alimentación sana pero a veces nos salimos de lo «normal» y comemos no tan sano, su comida favorita NO son las espinacas uff total imperfección. Eventualmente me quejo porque liberar una que otra quejita me hace sentir menos presionada y más humana. Soy tan imperfecta que me he mostrado vulnerable ante ella  llorando un poco. Hay días que me relajo y decido no tener la casa impecable, se ha vuelto imposible con una niña de tres años. Renuncié a los tacones y a los peinados complicados, con todo y lo anterior mi familia funciona muy bien.

En una ocasión mi hija me abrazo y me dijo «soy muy feliz» ¿Necesito fingir perfección para lograr eso? Por supuesto que no, me ama tan humana como soy. Algún día sabrá que di mi mejor esfuerzo por ser buena madre no perfecta, buena.

Lactar o dar biberón, comer orgánico o comer dulces, colechar o no, usar un fular o una carriola, no te hace buena o mala, se necesita de mucho más para ser «perfecta» y aun así jamás lo seremos, seamos realistas. Escribo en este blog pero eso no me hace saberlo todo, comparto mis experiencias y en ocasiones mis tropiezos, siempre con total honestidad. Me rió de mi misma y de las vicisitudes de la maternidad porque es liberador, me gusta creer que criar de manera respetuosa puede ser el camino para contribuir a unos cimientos sanos en la personalidad de mi hija pero eso, tampoco me hace perfecta.

Lo más preocupantes es que a madres perfectas corresponden hijos perfectos; “nunca haría eso”, “mi hijo no se porta así”, “jamás hace berrinches” “es muy obediente”. Les damos una carga y una responsabilidad intrínseca que definitivo, no les corresponde. Es un paquete grande que cargar no solo para la madre también para el niño, le otorgamos niveles de exigencia mayores a los que su propia personalidad corresponde y la verdad yo no quiero una hija perfecta, no me gustaría heredarle mi necesidad de controlar ciertas cosas que incluso a mi se me salen a veces de las manos, yo quiero una hija feliz. 

Te interesa; Necesito y merezco tiempo para mi.

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No me gusta la pose de madre perfecta, me gusta aprender, equivocarme y abrir camino a nuevas posibilidades. Conmigo no va juzgar a nadie muchos menos a otra madre pues la empatía nos hace más fuertes unas a otras.

Soy una madre real, auténtica, que se cae y se levanta, que aprende de la mano de su hija quién me ha enseñado que la perfección no es necesaria para amar incondicionalmente. Ella me acepta como soy, con mis sombras y mis luces, con errores y aciertos, peinada o despeinada, sé que me ama y eso me basta. Así es que desde hace mucho decidí no andar por ahí fingiendo algo que no soy ni seré, prefiero ser yo pues aunque yo sepa que no soy una madre modelo ella me ve como si lo fuera pues estamos diseñadas a la justa medida.

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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