¡Mordida, mordida!

Cada año las madres nos preocupamos por el festejo de los hijos, nos aseguramos de organizar un gran festejo o por lo menos que el pastel no falte. Por supuesto nuestros hijos esperan con ansias este día, para ellos lo de menos es la magnitud de la fiesta; es su cumpleaños y son los reyes todo el día. 

El cumpleaños de nuestros pequeños no solo es un día especial para ellos, lo es también para nosotras; representa un año más de su maravillosa vida, un año más como madres donde nos enfrentamos a grandes cambios y retos. En particular disfruto su cumpleaños quizá tanto como mi hija.

De un tiempo acá la red ha hecho virales vídeos, dónde a adultos y niños se les avienta al pastel, me parece la forma más absurda de celebrar a alguien. Para los niños representa un abuso y una humillación, veo vídeos dónde los niños le muerden temerosos de lo que va a pasar, se ven ansiosos. ¿A quién se le ocurrió esta terrible costumbre? Me parece completamente abusivo, peligroso y anti higiénico. 

Abusivo porque ninguna persona desea terminar con la cabeza metida en un pastel, mucho menos un niño, nunca he visto un niño sonreír después del susto de ser aventado a un trozo de merengue. Aventarlos es peligroso porque entre la euforia y tantas manos encima el niño se libera con mucha dificultad de ese espantoso pastel que se convirtió en su enemigo, existe el riesgo de que bronco aspire. Anti higiénico, porque nadie queremos comer de ese pedazo conde quedó grabada la cara del niño y queda lleno de salivas y mocos, ni el mismo pequeño acepta, el pastel termina siendo desperdicio. 

Si resulta divertido para algunos adultos que lo hagan entre ellos pero a los niños no, a menos que quieras arruinar por completo el día de tu pequeño pues para ellos no es divertido. Hay costumbres absurdas que ya deberían ir caducando o si tan arraigada está la práctica, que se haga con consentimiento del menor. 

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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