Cuando piensas en tirar la toalla

Imposible, en la maternidad no podemos tirar la toalla, aunque hay días o rachas que pasa por nuestra cabeza.

Hace un mes mi hija empezó con una racha de berrinches muy intensos, del tipo de berrinches que pueden acabar con la paciencia de cualquiera. Fueron días muy pesados y sumamente agotadores en todos los aspectos.

Mi mente y cuerpo estaban algo desgastados pues no pasábamos ni un solo día sin un episodio de llanto y pataletas muy intensas. Mi esposo y yo procurábamos que cada situación no saliera de control e intentábamos elegir nuestras batallas, llego un momento en el que a pesar de que hacíamos todo lo posible por evitarlo, el berrinche llegaba. No hablo que no poníamos límites, aclaro. La gente piensa que  que criar con respeto es criar sin límites, no es así.

Te seré sincera, siempre lo he sido con las que me leen;

Siempre me he preocupado y ocupado de informar que esta etapa es parte del desarrollo de los niños, pero también los padres necesitamos contención y comprensión. Un par de días me senté en las escaleras a llorar. Tenía muchos sentimientos; frustración, enojo, cansancio y sobre todo DUDAS. Me preguntaba una y otra vez sí el camino y tipo de crianza habían sido los correctos. Me daba mucho miedo no estar haciendo las cosas bien, despertaba con fuertes dolores de cabeza y con la esperanza de que ese,  fuera un buen día.

Todo podía ser pretexto para iniciar con un berrinche; la comida, el juguete, la televisión, la hora del baño, la perra y cuando digo todo, pueden ser hasta las cosas más surrealistas posibles. Así es la vida con un un pequeño de esta edad, a veces surrealista. Un día el berrinche empezó porque se le ocurrió que quería un caballo, yo no sabía si reír o llorar. Lo único que hice fue explicarle porque no podíamos tener un caballo y entender que ella se sentía triste porque no podíamos tenerlo.

Fueron días muy intensos, recurrí a lo que hacía antes; escribirle a mi mamá y desahogarme. Agradezco la paciencia que me tuvo y sobre todo el día que me dijo; “hija no quites el dedo del renglón con la crianza que elegiste”, eran las palabras que necesitaba. NO LO QUITARÉ, está dicho.

berrinches

En esos días leí un post en un grupo de madres; una mami muy preocupada contaba que su pequeña vecina lloraba mucho y decía “ya mamá, ya mamá” y preguntaba a la comunidad qué debía hacer. Algunas dijeron que llamar a la policía o al DIF. Debido a la racha que estaba pasando, no pude evitar comentar; “no sabes lo que está pasando atrás de esa puerta”.

Estoy consciente que la violencia contras los niños es todo un tema y que gracias a un vecino que escuchó o grabó algo se han evitado situaciones terribles para algunos niños. Confieso, me sentí aludida pues todos esos días mi hija pedía clemencia a la hora del baño, a la hora de cambiarla y en todo momento. A juzgar por esa mami preocupada yo también podría estar en el DIF.

Días después, mi hija nos dio los buenos días con el berrinche del día. Cuando estábamos mi esposo y yo haciendo la negociación recibí un mensaje de whats app, era mi vecino con la intención de ayudar. Me pasó los datos de un psicólogo pues decía que cuando veía unos padres jóvenes sentía la necesidad de ayudar y que le gustaría que llevará una maternidad más plena y feliz, ¿Qué le hizo creer que no la llevo de esa forma? No sé, pero no debió guiarse por una simple percepción. Soy una persona muy prudente y agradecí el gesto. Yo estaba realmente consternada. «Que atrevimiento»- le dije a mi esposo. Yo no sé qué imagino, quizá que violento a mi hija o que mi hija está mal y necesita atención. No sé, ni pregunte es más, no me interesa. Yo estoy completamente segura de lo qué es mi hija, mi maternidad y mi forma de criar.

Mi vecino no sabe qué estaba haciendo detrás de esa ventana. No me vio en el piso hablando con ella y dando razones para calmarse. No sabe que tengo consciencia de que es una etapa normal, que cada que me enfrento a uno lucho contra mi misma para conservar la calma y que no ha sido fácil.

Duramos una semana invictos y ya cargue pila para la siguiente racha y sigo creyendo en mi tipo de crianza y mi pequeño manual de manejo de berrinches.

El mayor reto de esta etapa es de los padres, conservar la calma y ser pacientes. A medida que transmitamos a nuestros hijos seguridad y tranquilidad ellos aprenderán a manejar mejor sus emociones.

No somos perfectos, es común perder la calma, gritar o sentarse a llorar pues también somos humanos y no hay nada más humano que permitirse sentir y equivocarse. Lo valioso será lo que construyas a partir de las buenas y malas experiencias.

 


Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

Share This Post On