Los niños son de todos

El ritmo de la vida va de forma acelerada, la gente, sus costumbres y el entorno cambia constantemente. De un tiempo para acá parece que la sociedad se ha ido alejando, no solo por ideologías o estilos de vida sino también por un frío individualismo, que temo que es contagioso. La sociedad parece que ya no es un macro sistema, donde todas las partes funcionan como un engrane, muchas cosas se han ido separando de este concepto como la familia o la crianza, y aunque mucho se habla de que estas son la base, poco se hace para solidificarla.

Te interesa; Niñofobia, el nuevo mal de muchos 

Antes los niños salían a las calles, compartían las tardes entre risas y juegos, el vecino echaba un ojito, alguna madre estaba muy al pendiente de todos y la responsabilidad se asumía como una  comunidad. Poco queda de eso. La seguridad y ese individualismo encasillaron por completo la responsabilidad de la crianza únicamente a los padres. Si bien es cierto que lo que se trabaja en casa es de suma importancia, también lo es lo que pasa más allá de la puerta.

Los niños ya no son bienvenidos en muchos lados, ahora incluso existen lugares «libres» de ellos. Hace poco  una nota hablaba de vuelos solo para adultos, también existen hoteles y restaurantes. Quizá mi punto como madre no es objetivo pero para mí esto representa una forma de discriminación. Me toma por sorpresa que incluso algunas madres validan estas prácticas argumentando que “no todos deben soportar a nuestros hijos”, pero estamos segregando a un grupo valioso y clave, solo porque no pueden estar sentados y en silencio. Los padres buscan alternativas y claro que las hay, pero me pregunto ¿en dónde quedan las redes de apoyo a los niños y la familia si en algo tan básico los separan? Se nos olvida que vivimos en sociedad.


Algunos adultos son intolerantes ante el comportamiento infantil, nadie quiere ser incomodado,  nadie quiere ceder y se opta por diferenciar o discriminar, llámese como sea. Por lo anterior la  sociedad se ha distanciado de los niños y de su crianza. Ante cualquier error, el señalamiento es  únicamente hacia los padres. Dejamos de funcionar como una red de apoyo donde todos se involucraban, donde había una participación activa y no solo de juicios, dónde el vecino se  preocupaba por nuestros hijos y alguien llegaba avisarte y sin juzgarte que tu hijo se cayó jugando. Pareciera que todo eso es cosa del pasado.

Nuestra sociedad necesita urgentemente de esas redes, recuperar eso y ponerlo de nuevo vigente.  Hacen falta grupos de apoyo para padres, que las comunidades conozcan de las nuevas crianzas,  necesitamos información acerca de la infancia para que podamos empatizar más y mejor con ellos, acercarnos con las mejores herramientas, pues ya no solo bastan las buenas intenciones. Necesitamos una comunidad consciente de que el futuro de ésta, son los niños y no segregarlos sino incluirnos e involucrarnos en su mundo, aprender de ellos y enseñarles lo fundamental de esta vida; valores.

 

Te interesa; No te daré dulces si viajo en avión con mis hijos

Es vital verlo en proporciones mayores, desde una política pública que tenga como objetivo procurar la salud física y emocional de la familia, generar sistemas y campañas enfocadas únicamente a esto, difundir información para acercar más a la comunidad, volver a entretejer lo que algún día fue pero con un giro en la crianza positiva, dejar de ver a los niños como molestos, dejar de segregarlos y vincularnos más ellos, a las madres y a los padres. Los niños son de todos, son parte de la comunidad, de la sociedad, del país, podemos trabajar a pequeña escala pero se necesita de más para lograr un gran cambio en bienestar de ellos y las familias como base de la pirámide.

Soy una idealista, me gusta ver a los niños como agentes de cambio. El mundo necesita  urgentemente de empatía, de amor y respeto, si empezamos a trabajar en ello, quizá el futuro sea más alentador.

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

Share This Post On