Tu hijo crece día a día  y tu corazón también

Un día ves a tu hijo jugar a lo lejos: te reclinas en el asiento para poder apreciar la escena; sus brazos delgados y su cuerpo afilado, su pantalón le queda un poco corto, se nota que ya no es su talla, (piensas en que urge comprar nuevos). Su cara muestra algunos gestos y notas que algunos se parecen a los tuyos, sonríes discretamente. Tu hijo ha crecido y sientes nostalgia; por tus ojos pasan unas lágrimas, hay gente alrededor y prefieres retenerlas; ahora eres mucho más sentimental.

Lo vuelves a ver: es perfecto. Su sonrisa hace que tus ojos brillen; voltea a verte y sonríe, te das cuenta de que te ama. Camina hacia a ti; lo abrazas, intentas cargarlo, ganó algunos kilos, ya no cabe en tus brazos. Vuelves a sentir nostalgia.

Te saluda y te das cuenta de que su voz lo delata: aun es pequeño, aunque su cuerpo crece para todos lados y de forma acelerada. Tu conversación con él no para, hablan de cosas sin sentido. De repente y por unos segundos repasaste la lista del súper; dice mamá y vuelves a escuchar: que si su amiga no jugó, que si un  niño no compartió, y piensas que ojalá sus problemas siempre fueran esos. Vuelves a escuchar, cambia la conversación y empiezan las preguntas:¿qué es eso mamá? Y ¿por qué esto? y ¿por qué lo otro?, se te acaban las respuestas, cambias la conversación.

Pasan el día conforme a la rutina, una que otra lucha por el desorden, por la comida y vuelves a pensar: ojalá mis problemas se reduzcan a esto en su adolescencia, pero te detienes, hace unas horas sentiste nostalgia por su crecimiento y deseas que el tiempo no pase tan de prisa.

Por las noches te acuestas a su lado, cuentas unos cuentos, cantas algunas canciones, das varios vasos de agua, sabes que se resiste a dormir, el sueño lo vence y sus ojos se cierran, su respiración se vuelve profunda y ahí estás en medio de la noche, con tu hijo a lado y lo único que piensas es que extrañas el aroma a bebé, los balbuceos, traerlo pegadito a tu cuerpo; no extrañas las horas de sueño porque eres realista, no has vuelto a dormir como antes.

Los pensamientos siguen: ojalá me hubiera agobiado menos por las noches largas, si tan solo supiera que un día estaría aquí recordando, quizá hubiera tenido menos prisa por brincar de una etapa a otra. Te alegras de sus logros y cierras los ojos: mañana será otro día, tu respiración también se vuelve profunda, ahora vives un poco más cansada, pero con el alma llena. Él seguirá creciendo y tú sintiendo nostalgia, es inevitable, lo sabes, empiezas otro día, y su sonrisa te llena. Tu hijo crece día a día  y tu corazón también

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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