Tener un bebé prematuro es una experiencia dulcemente dolorosa

Cuando conocí a Matteo, tenía mi nombre escrito en una etiqueta pegada en el pecho.

Era tan chiquito que los brazaletes del hospital no le quedaban y yo al verlo no podía creer que ese bebé tan pequeñito pudiera sobrevivir. Pesaba 800 gramos y medía 33cm y con sus ojos cerrados tiraba golpes al aire con sus pequeños puñitos, como si peleara de verdad contra todo lo que amenazaba con no dejarlo vivir.

Matteo2

Una pre eclampsia no diagnosticada a tiempo fue la causa de su nacimiento a las 27 SDG, estuvo hospitalizado 66 días y se fue a casa dependiente de un tanque de oxígeno que usó por seis meses más. Cuando comía no respiraba y algunas veces se ponía azul. Tenía reflujo severo y casi no dormíamos cuidando que no se ahogara por las noches.

No hay forma en que alguien pueda prepararse para lo que es tener un bebé prematuro. El no conocerlo al nacer, la incertidumbre de si vivirá o no, el vivir cada día con la angustia de no saber si habrá buenas o malas noticias, el ver ese ser indefenso y a la vez tan fuerte conectado a cables y tubos. No poder abrazarlo y besarlo por días o semanas hasta que su salud lo permita. Escuchar uno tras otro los reportes de los médicos, con diagnósticos de complicaciones que dejarían secuelas de por vida. La imprudencia bien intencionada de amigos o familiares que te dicen: «Si no va a quedar bien, mejor que Dios lo recoja”.

Dejar el hospital con los brazos vacíos es desgarrador. Los dolores de parto no son físicos, son del alma y del corazón.

Luego al ser dado de alta te preguntas ¿Qué harás en casa con un bebé tan pequeñito? Te cuestionas si serás capaz de cuidarlo.

Matteo es muy afortunado pues de todas las complicaciones usuales de un prematuro, la peor que tuvo fue una hemorragia cerebral grado IV e hidrocefalia.

No solo su vida es un milagro, es un milagro que camine, que sonría, que sea un niño inteligente, que pueda comunicarse y eventualmente llevar una vida normal.

Para llegar a esto fueron necesarias muchas terapias, sobre todo terapia física para que lograra poco a poco lo que un niño que nace de término logra sin la menor dificultad; rodarse, sentarse, gatear, caminar, cada pequeño logro ha sido para nosotros un triunfo y un motivo de celebrar.

Sabemos que hay familias que no han sido tan afortunadas y aunque nuestra carga a veces es pesada es más la alegría de estar vivos y estar juntos.

Tener un hijo prematuro es una experiencia tan intensa y tan difícil que es casi imposible concentrarlo en unas cuantas líneas.

Matteo ha sido para mí la luz y la obscuridad; el dolor más intenso y la alegría más grande. Una experiencia dulcemente dolorosa, que no cambiaría, aunque pudiera.

MatteoyFer

María Fernanda Oca mamá de Matteo.

Author: Mi vida de madre

Share This Post On