Queridos tacones…

Les había sido infiel mirándolos en tiendas y en los pies de otras. Me gusta ese porte que te dan, como afilan tus piernas y el paso que das con ellos, como si el equilibrio fuera cosa sencilla. Me gustan todos, en sus formas y colores. Pareciera que nos hacen ver seguras y que el mundo se rinde ante ellos. Quienes me conocen saben que los zapatos son mi debilidad.

Hace poco mis tacones y yo intentamos una reconciliación, nos echábamos miraditas pero ni ellos ni yo cedíamos y hoy al fin nos animamos pero confieso que no veía la hora de quitármelos y más cuando tuve que traer cargada a Torbellino, bolsa y pañalera. Ese enamoramiento se esfumo en segundos, empecé a odiarlos.

Ese sueño de subirme en ellos, se convirtió en una pesadilla. Lucen tan bien en otras, si ellas pueden yo también, pero no, no sucedió. Los aventé debajo de la cama en cuanto pude, los pies me punzaban y me reclamaban ese atrevimiento.

Me encanta ver a esas mamás entaconadas, esas que traen al crío de arriba abajo y que parece que no lo sufren, al contrario. Las veo con algo de celos y me pregunto ¿cómo le haceeeeen?

Después, cuando regreso a mis zapatos de piso que son igual de hermosos pero nada sensuales, me doy cuenta que no necesito de un par de tacones para pararme con seguridad, para saber que soy la misma solo unos centimetros más bajita. Me doy cuenta que aunque renuncié a ellos por un tiempo siempre estarán para mí cuando decida volver, que en ocasiones especiales saldremos juntos aunque regrese con los pies adoloridos y vuelva a guardarlos por meses, se conforman con poco.

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Los tacones fue una de las cosas a las que renuncie cuando nació Torbellino, la verdad no me considero apta por el momento para mezclar tacones e hija, tal vez más adelante. Les hice una promesa.

Y aunque los extrañe y de vez en cuando un par nuevo me cautive y someta a mi cartera a la superficialidad de comprarlos y guárdalos, aun así, seguiremos dándonos nuestro espacio. Ellos lo saben son maravillosos y confieso que de vez en cuando me doy una paseadita para contemplarlos, ya un poco empolvados. Por el momento seguiré diciendo que no. Reemplazo esa ausencia con un lindo bolso y maquillaje, yo sé que ellos entienden.

No son ustedes mis queridos tacones, soy yo que ahora soy madre.

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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