Le pego porque lo amo y lo tengo que disciplinar

Te voy a contar una historia:

El fin de semana en el centro comercial después de caminar mucho tiempo, tener hambre y estar cansada, vi unos zapatos divinos y me los quería llevar. Le dije y le dije a mi esposo pero no me ponía atención, entonces empece a decirlo más alto, él se volteo y me dio un pellizco, pero yo seguí diciéndole que me los quería llevar al final se volteó y me miró con unos ojos que daban miedo. Me puse a llorar y toda la gente al rededor solo miraba y murmuraba. Yo estaba cansada y seguía queriendo los zapatos, no sabía por qué no me los podía llevar. Al final dejándose llevar de lo que murmuraba la gente, él se volteó y me pego dos cachetadas por hacer berrinche, me llevo tirándome del brazo hasta el carro, nos fuimos y no conseguí mis zapatos. Pero al final no importa porque es mi esposo, lo más importante para mí y lo amo.

¿Te checa la historia? No, claro que no. Tenemos la falsa creencia de que como adulto nadie puede tratarnos mal y se nos olvida que un niño merece lo mismo. Algunos aseguran que no podemos comparar a un niño con una relación adulta y yo preguntaría: ¿Por qué no? Son personas, lo único que los diferencia es la edad y precisamente por eso deberíamos protegerlos. 

No hay engaño más cruel que disfrazar la violencia de amor, quién te ama no te lastima. No hay necesidad de justificar este acto con la bandera del amor. ¿Cómo te sientes después de golpear a tu hijo? Si sientes culpa, tristeza, molestia contigo misma, ¿No será qué tu cuerpo y tu mente te quieren decir algo? Para disciplinar, primero es necesario el auto conocimiento, saber de qué soy capaz, hasta dónde puedo llegar.

“Cada torta [golpe] que recibe un niño se convierte en resentimiento, incomprensión, odio o rabia. Con cada torta se aleja más de ti y te ve como ‘un loco descontrolado e irracional incapaz de controlar sus emociones’ y eso que son adultos, piensan. Con el tiempo dejarán de pensarlo y empezarán a imitarte, no olvides que los padres son los modelos de referencia, por lo que buscarán a otros niños a los que maltratar. A veces el que pega tortas físicas también las pega psicológicas a su pareja; por lo que posiblemente el niño vea que también se puede maltratar a la madre o al padre si es el caso» 

TOMÀS NAVARRO (Psicólogo. Se dedica a la psicología, la consultoría, la formación y la divulgación. Autor de ‘Fortaleza emocional’)

Se produce una paradoja evolutiva, cuando la figura de protección es a la vez la fuente del estrés, peligro y confusión, “produciendo en el niño pérdida de habilidades para regular la intensidad de los efectos de estrés en edades posteriores, y desarrollando una vulnerabilidad a las enfermedades psiquiátricas” (Shore, 1997)

La disciplina es importante pero necesitamos herramientas de comunicación para hacerlo, no golpes. No es necesario dar «nalgadas a tiempo» para demostrar amor, eso solo hará que tus hijos crean que es una forma de este y se expone a vivir violencia y aceptarla como alternativa. ¿Estás segura de que eso quieres para ellos?

¿Quieres conocer herramientas respetuosas para disciplinar? Te invito a aprender, googlear o asistir a talleres de disciplina positiva. Aquí puedes checar el próximo taller en tu ciudad. 

Si vas a refutar este texto con otra frase, antes lee las que ya hemos publicado:

1. Una nalgada no es un golpe y no es violencia 

2. Todos los niños son diferentes y algunos necesitan de una nalgada 

3. Cada quién educa cómo puede 

4. Ya no se puede disciplinar, ahora te denuncian en derechos humanos 

5.Más vale una nalgada a tiempo

6.Antes nos criaban con nalgadas y no estamos traumados 

7. Una nalgada no daña su autoestima 

8. El que escatima la vara, odia a su hijo 

 

 

 

 

 

 

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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