¿Las madres vivimos de mal humor?

Hay días que mi adorado esposo llega a casa y me pregunta;

– ¿Hoy también estás de mal humor?

– WHAT? ¿Pero por qué habría de estarlo?

Si la hija me ha llamado un millón de veces mientras hacia de comer, lavaba trastes e intentaba meter ropa a la lavadora y justo cuando parecía que iba a terminar…la hija se lleno la playera blanca de un dulce rosa que parece que quedará ahí por el resto de la vida, ¡Ah también el cabello y le quedo duro como una roca!. La tuve que cambiar e intentar quitar ese rosa mexicano que parecía que ni el cloro lo iba a lograr, sin mencionar que su habitación ya estaba como si hubiera pasado un ciclón. Todo eso mientras echaba un ojo a la sopa, ¡nada más faltaba que se me quemará!, pero no estoy de mal humor querido.

Aunque eso parece, no siempre estamos de mal humor, yo diría que a veces (o siempre) estamos sobre pasadas. Para iniciar el año me propuse ser más ordenada, solía serlo. Mi casa regularmente estaba en orden. Cuando llego mi hija eso termino. Desde los primeros días; mi habitación estaba llena de cosas nuevas, el tocador, mi baño, la cocina, tooodo se veía diferente. Cuando un hijo llega, inmediatamente toma posesión de la casa. 

Era estresante mantener el orden con un bebé que demandaba tanto, iba con mi fular de un lado a otro levantando poco a poco y había días que de plano, ni un plato podía lavar. Intentaba hacer algunas cosas y cuando al fin lo lograba, el fregadero volvía a estar lleno de platos, el bote de ropa lleno de mamelucos con explosiones de popó, los botes llenos de pañales y al final del día, todo volvía a estar de cabeza. Para una amante del orden, lo anterior se volvió un caos.

Poco a poco note que era imposible tener una casa inmaculada, fui soltando el tema, relajándome más y empecé a conformarme con la ayuda que tenía, pero bien dice mi madre; nadie mantendrá tu casa tan limpia como tú. Fui delegando algunas cosas que solía hacer únicamente yo, soy del tipo de persona que por mucha ayuda que tenga, hay cosas que disfruto hacer pero me enfoque en lo principal; el cuidado de mi hija. A medida que ella fue creciendo, el desorden fue en aumento, solo tiene 3 años y no es con mala intención, pero hay días que no tenemos el mismo tiempo y paciencia para recoger cada cosa que van tirando. 

Con la intención de retomar buenos hábitos, me propuse mantener la casa siempre en orden; cocina limpia, ni un plato en el fregadero, nada de ropa sucia, todos los juguetes se guardan después de usarlos, pero mi hija está  en esa etapa en la que saca más juguetes de los que puede guardar y aunque ya diseñe una estrategia para eso, me falta aplicarla.

Creo que las madres vivimos esa constante sensación de nunca completar tareas, y no porque dejes los platos solo enjabonados sino que a pesar de que ya los lavaste parece que estás envejeciendo enfrente del fregadero y que tu mejor amiga y confidente ahora es la lavadora. Hace unos días que regresamos de vacaciones, entre y mi casa estaba ordenada, mis ojos pocas veces ven todo en su lugar, hasta que pusimos un pie en ella, todo se convirtió en un bello y fugaz momento.

¡Pues hoy, estoy AGOTADA!. Es imposible tener una casa al cien con una niña y un esposo que siempre olvida guardar lo que usa, es un súper papá pero no es perfecto y aunque dividimos muy bien las tareas, su distracción es su peor enemiga. Estoy a nada de olvidarme de mi propósito y dejar que todo vuelva a fluir como antes. Total, el desorden ¡NUNCA SE VA ACABAR!

No es que una ama de casa siempre este de mal humor, vivimos “burn out” ese síndrome que muchas páginas de maternidad ya hablaron. Entre una pequeña que dice mamá 500 veces al día, el desorden, la comida, el trabajo, mi esposo que deja los zapatos por todo el cuarto y mil cosas más, siento que se me va la vida. No soy una ama de casa con mal genio, soy un madre rebasada (aunque hay días que lo controlo mejor).  

Sí, sí y seguro me dirán; «antes las abuelitas lo hacían y con 7 hijos», pues antes ellas no tenían dónde desahogarse sino seguramente también hubiéramos escuchado sus lamentos y peooor, con 7 hijos, ufff ese burn out debió ser cosa seria.

Renuncio, hoy optaré porque la casa se caiga de mugre. Mañana será otro día.

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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