Fui la madre perfecta….

Antes de que naciera mi hija solía serlo, ¿Cómo era posible? ¡Claro que lo es!

Aún no planeaba embarazarme pero yo ya lo sabía todo. Es más fácil educar al niño perfecto y ser la madre modelo antes de tenerlos entre tus brazos. ¡Que soberbia y atrevida es la ignorancia!

Solía criticar a aquella madre que no sacaba de su cuarto al hijo después de los 3 meses. Me parecía irreal lactar un bebé más allá de los 6 meses. Pensaba que como era posible que no se cubrieran los senos, ¡Todo mundo la está viendo, por Dios que pudor! Solía criticar a los niños que hacían berrinches en el súper y miraba a la madre pensando: «Que incapaz es esta mujer». Veía un niño mal portado y se me hacía increíble que esa madre no le diera una buena nalgada para controlarlo. Para mí era lógico que un niño llorara en su cuna hasta dormirse. Era impensable que yo abandonara mi trabajo para estar en casa.

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Era más fácil antes, el destino me dio una buena sacudida con la llegada de mi hija.

Me di cuenta que los niños lo que más necesitan es de su madre, que compartir la cama con ellos, se vuelve maravilloso y que aunque no la compartas terminarán metidos en tu cama por la mañana, solo para sentirte cerca y oler tu cabello. Que no tienen que llorar para aprender a dormir e investigando supe de las consecuencias de esta práctica.

Aprendí que la OMS recomienda hasta los 2 años la lactancia, que es lo mejor para tu hijo, que no hay nada más mágico y maravilloso que el vínculo que generas con ellos, en esos momentos que está prendido a una parte de tu cuerpo y de tu alma, que no hay nada vergonzoso como para cubrirlo.

Aprendí que una madre no es incapaz por no controlar un berrinche que es una etapa normal en los niños y que no hay nada más difícil para una mami, que atravesar por eso ante la mirada juiciosa de la gente. Supe que no es necesario golpear a un niño para que aprenda, pues con amor y diálogo se puede lograr más.

Te interesa; Manejo de berrinches no es fácil pero es posible.

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Encontré el valor de las cosas, ahora sé que el tiempo no vuelve y que dejar de trabajar para criar a mi hija no me hace menos lista o menos profesional, que el trabajo que ahora hago es más satisfactorio que el reconocimiento de un jefe, que la mirada y la sonrisa de tu hijo es la mejor paga. Tenía que vivirlo para darme cuenta que era una ignorante del tema y que mi soberbia era demasiada como para callar a tiempo.  Ahora sé que no debí juzgar a ninguna otra madre mucho menos sin serlo,  pues solo hasta que te subes al barco entiendes todo.

La maternidad te da una bofetada de realidad, te convierte en mejor persona, te hace humilde y engrandece tu alma, te das cuenta que creías saberlo todo, que te sentías poderosa y superior, pero cuando llega la hora te cae un balde de agua fría que sacude tu mente y corazón. Que equivocada solía estar y cuanto he aprendido en este hermoso camino.

Cuando escucho a otra mujer hablar de la maternidad como yo solía hacerlo, solo sonrió y pienso que algún día le tocara su bofetada de realidad.

¡Bendita maternidad que me ha hecho crecer!

Author: Mi vida de madre

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