Enfrentarse a la pérdida gestacional

La pérdida gestacional es una realidad que muchos omiten, que se vive en silencio y deja una herida en el corazón de muchas, hoy te cuento como me he enfrentado a ella…

Dicen que si quieres hacer reír a Dios le cuentes tus planes y como un mal chiste mi peor defecto es planear todo con un rigor asombroso, pero la vida me ha dado una dosis de realidad. Hay cosas que no dependen de mí y que definitivo se escapan por completo de mis manos. Hace más de un año te conté que me enfrenté a lo que había leído en otros blogs y revistas pero había pasado de largo pues después de una hija esa situación era algo remota; la perdida gestacional. La primera vez la vivimos de una forma rápida que apenas recuerdo el mar de emociones en el que me sumergí en Mayo del año pasado. Ese mismo mar casi me ahoga esta vez, cuando piensas que ya nada puede ser peor, la realidad es más dura de lo que crees.

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Volví a ver las rayitas, volví a sentir esa inexplicable emoción que te provoca risa y llanto, volvimos a abrazarnos mi esposo y yo y festejamos, mande algunas fotos por whatsapp contándole a mis amigas  y abrace a mis padres en vivo pues estaban de visita. La felicidad llego y se fue igual de rápido que esos dos  minutos que esperas el resultado de la prueba de embarazo. Esta vez fue diferente, desde que vi el test pensé en lo que ya había vivido y el temor me abrazo sin ganas de soltarme.

Paso solo una semana cuando sentí un fuerte dolor en el abdomen, llame al doctor, entramos en una incertidumbre terrible, el dolor era fuerte, en el ir y venir de hospitales y doctores pasaron más de 5 horas. Al final, frente a un monitor teníamos el diagnostico; embarazo heterotópico, es decir producto sin vida en útero y producto ectópico. Lo peor fue la fuerte hemorragia que había provocado el ectópico que había reventado dentro de mi e igual reventó mi corazón de dolor cuando el doctor me dijo; “estás perdiendo mucha sangre y tu vida está en riesgo en pocos minutos debo hacerte cirugía”. Tome la mano de mi esposo con mucha fuerza y le dije al doctor; sácame de esta porque hay alguien que me espera a fuera, mi hija. El mismo doctor estaba desencajado y se le veía bastante preocupado, en pocos minutos agilizo todo para entrar a quirófano.

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Después de una cirugía muy dolorosa, varios ml de morfina, 3 litros de sangre nueva y con una trompa menos, estaba en el mismo hospital de maternidad dónde vi por primera vez a mi hija pero en esta ocasión con las manos vacías. Regrese a mi casa a los 4 días, con una herida de cesárea, un dolor fuerte en el abdomen y con muy pocos ánimos. Fue una recuperación lenta y difícil. Me tomo más tiempo recuperarme anímicamente esta vez. Mi hija pasaba varias horas cerca de mí, llevaba juguetes a la cama y se preocupaba por mi salud. Me veía llorar y solo preguntaba; ¿Te duele mami? No sabía cómo explicarle que lo que realmente me dolía era el alma, que la tenía herida y quebrantada, que estaba llena de dudas y que me iba a costar reponerme de esta.

Lo más duro de la perdida es que parece que nadie te entiende, solo quién lo vive empatiza al cien contigo. Los comentarios siempre son bien intencionados; «agradezcamos que no moriste», «ya tienes una hija por quién vivir», «esto pasará», y aunque todo es real, nada te reconforta, incluso alguien me dijo «eres una valiente guerrera por vivir esto» no, no lo soy porque quisiera no vivirlo. Es como entrar a un hoyo negro, dónde nada lo ves con claridad, tus sentimientos están desordenados y poco entiendes lo que pasa.

¿Por qué me pasan estas cosas a mí? Es la pregunta que muchos nos hacemos cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles pero jamás nos planteamos la misma pregunta cuando algo bueno pasa. Después de días, incluso semanas de trabajo con mi terapeuta encontré muchas respuestas;  es el riesgo de estar vivos, porque la simple vida nos expone a lo bueno pero no nos exenta de lo malo. Me había aferrado a la idea de pensar en que no había perdido un hijo, pero después comprendí que por duro que parezca, así fue y aunque muchos no lo entienden así y miden el dolor de la perdida de acuerdo al número de semanas que tenías, para mí fue perder un hijo.

No es fácil, más cuando lo deseabas tanto. Después de mi perdida he visto ir y venir embarazos, si tú lo has vivido sabes lo difícil que es, la serie de preguntas que te haces y lo egoísta que puedes ser pensando en ti y alejarte de ese entorno por tu propia recuperación y salud mental.

Enfrentarte a ese mar de emociones por más de una vez te hace replantear muchas cosas en tu vida, empecé por replantear mi concepto de la frase; “el tiempo todo lo cura” no, definitivamente el tiempo no lo sana, sanas con tus ganas de salir adelante, tu capacidad de reponerte ante a la adversidad, esta vez no se lo deje al tiempo y decidí cargar mi paquete, hacerme responsable de mi y mis sentimientos. Lo sigo trabajando, mis heridas aun no sanan e intentado darme mi tiempo, tomar mi espacio pues no han pasado ni tres meses de que me enfrente a la pérdida y no solo gestacional sino al temor de haber visto la muerte tan de cerca, de haberme sumergido en los efectos de la anestesia pensando que quizá la última imagen que tendría mi hija de mi, sería yo sufriendo en el camino al hospital. Tuve la dicha de reponerme físicamente pero lo emocional me ha tomado tiempo. 

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Cuando bajo la marea tuvimos oportunidad de replantearnos si lo volveríamos a intentar y hasta la fecha decidimos algo muy simple, que sea el destino y Dios quiénes decidan, esto sí lo pongo en manos del tiempo, de lo demás me ocupo yo. Por lo pronto empiezo a explorar documentos acerca del hijo único.

Si has perdido un bebé:

  • Asesórate, busca un algún profesional que te ayude a ordenar tus pensamientos y sentimientos
  • No te aísles, permanece cerca de las personas que te quieren
  • Fortalece los lazos con tu pareja, hablando de los sentimientos de ambos
  • Reconoce y valida tus propios sentimientos, así sea de ira, tristeza, coraje, etc. Reconocerlos te hará manejarlos mejor
  • Acepta la realidad, no importa cuánto tenías de gestación; perdiste un bebé y tu vida ahora es diferente
  • Busca opiniones de médicos si está en tus planes volverlo a intentar
  • No estás sola, hay muchos grupos de mujeres que han pasado por esta situación
  • Toma el tiempo y el espacio que necesites para sanar

La pérdida gestacional es un proceso que debe vivirse acompañada y cerca de personas que hagan el esfuerzo por validar tus emociones.

Existe un antes, un ahora y un después de este amargo capitulo, despúes de la tormenta llega el sol y a veces con un majestuoso arcoiris. 

 

 

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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