El día que me volví a enamorar de papá.

¿Quieres ser mi novia?  – me preguntó con un ramo de flores en la mano
– Sí, pero si no funciona, ¿seguiremos siendo amigos?

Fue la conversación que tuvimos hace más de 10 años y aquí estamos. No solo funciono, seguimos siendo amigos, novios, nos casamos y ahora tenemos una hija maravillosa. Creo que el destino te va llevando al lugar que finalmente debes estar, y aquí estamos, viviendo juntos una de las mejores etapas de nuestras vidas; ser padres.

Definitivamente tenía que vivirlo con él, no imagino mi vida con nadie más, ni con otros hijos. Dios los eligió para mí. El día que le di la noticia, recuerdo su cara de confusión «¿Qué, cómo? ¿Vamos a ser papás?». Lo planeamos muy bien pero cuando vimos esas rayitas en el test de embarazo estábamos en shock. Recuerdo que lloré y le dije; tengo miedo. Él solo me abrazo, seguro él también tenía miedo pero siempre ha sido el equilibrio perfecto en nuestra relación, lo confieso él está más cuerdo que yo.

 

El día que se convirtió en padre me volví a enamorar de él, al verlo cargar y tocar con sus fuertes manos a nuestra hija pero hacerlo con movimientos delicados y amorosos, al verlo reír de las ocurrencias de ELLA, cuando escucho que amablemente le pide las cosas, cuando le dice «hermosa», la mira a los ojos o la baña delicadamente en la regadera en lo que mamá alista la pijama.

Me volví a enamorar de mi esposo cuando decidimos que haría ese par de viajes yo sola y él sin miedo me dijo; «Yo me quedo con la niña». Lo amo cuando se queda a lado de ella preguntando «¿qué tienes? ¿cómo te ayudo?- en medio de un berrinche (él sabe de más de crianza respetuosa sin haber leído un libro). Me volví a enamorar el día que subió corriendo por qué la niña se cayó de la cama y cuando entré, los vi abrazados, ella llorando y el desencajado pero consolándola. Me vuelvo a enamorar de él cuando lo veo cargando una pañalera y hasta mi bolsa, cuando usa una playera rosa para combinar con nosotras. Cuando lo veo sentado en el piso jugando con plastilinas, cuando muerden mi estómago jugando a que son leones y reímos a carcajadas los tres.

Me vuelvo a enamorar de él cada noche, después de dormirla, nos sentamos en el sillón cansados pero dándonos el tiempo de ver algo en la TV o acompañarnos con un café. Esta versión suya es la que más amo, la que he admirado más. Sé que no hay nada más importante para él que nosotras, sé que cada esfuerzo y logró han sido resultado de nuestro trabajo en equipo.

Y aunque eventualmente extraña la vida de antes, sé que no desea estar en otro lugar. Aunque los fines de semana de cerveza y amigos quedaron atrás, sé que él disfruta ahora los sábados de Netflix y los domingos de juegos. Somos un equipo, las tareas se dividieron de forma equitativa y sin decirnos nada, cada quien asumió su responsabilidad y es algo que le reconozco.

Todos los días me enamoro más de él, cada día que envejecemos, crecemos y estamos juntos, cada día que confirmo que nos ama. Todos los días mi amor crece por él, pero me volví enamorar aquel día que su mirada se perdió mirando por primera vez los ojos de nuestra hija. 

 

 

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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