¿Cómo contribuyes a la culpa de otras madres?

Siempre hablamos de culpas y juicios, son dos cosas que nos persiguen día a día. Por un lado nosotras vamos con la idea de vernos como malas madres y por otro nos topamos con la madre que de manera sutil nos hace replantear lo que decimos, actuamos y pensamos, hasta llevarnos a la culpa. Sí, las mismas madres somos responsables de algunas culpas. Pareciera que hablar mal de la maternidad nos condena a vivir dentro de ese horrible y apestado grupo de “madres horribles”. 

Hace unos días hablábamos entre amigas, una de ellas está en las primeras semanas y se quejó de las típicas molestias, otra le dijo; “Disfrútalo hasta eso vale pena”. ¿Quién en su semana 10 se atrevería a decir que  disfrutaba esas nauseas matutinas que le impedían comer o retener alimento? o ¿Quién en sus 35 semanas podría decir que disfrutaba el reflujo que la hacía dormir semi sentada?.  ¡Oh sí claro, qué maravilloso no poder dormir porque ya no logro acomodar la barriga, ¡es increíble!

No hay que fingir, mamá. Hay cosas que no se pueden disfrutar, a veces lo decimos porque nos pusimos una autocensura y pobre de la valiente que apela a su honestidad porque la juzgamos.

Recién nacen nuestros hijos, apenas pegamos el ojo y es muy común leer en algunos grupos a madres que decían a otras: “Disfrútalo, crecen rápido” y claro, leemos textos maravillosos que nos tocan lo más sensible de la maternidad y entendemos que efectivamente todo es pasajero.

 

Hasta yo tengo mi lado super romántico, pero hay días que no la pasamos bien. Me parece más honesto decirle a otra madre; “sí son una mala pasada esas molestias, espero te sientas mejor”, en cambio decimos; “Disfruta, es una bendición” cuando decimos esa frase orillamos a la otra madre a pensar; “¿Entonces si no lo disfruto no soy buena madre?” y es aquí dónde otras madres contribuímos a la culpa.

Nos hemos prohibido hablar mal de la maternidad porque siempre acompañamos nuestras quejas de “un vale la pena”. No hay duda de eso, pero no tenemos que decirlo para mitigar lo que sentimos; somos humanos y eventualmente estamos rebasadas de cansancio o estrés. La maternidad te confronta de forma dura con tu propio ser y cuando estás en una encrucijada nunca faltan esas cosas.

¿Cuántas veces han dicho estás frases que dañan a más de una: “No, amamantar no debe doler” ¿No? Muchas tuvimos una excelente asesora y la información suficiente pero en el camino te topas con esos calambres de la bajada, las rozaduras de que tu hijo ha mamado por horas  (grietas no, porque si digo grietas vendrán a decirme del agarre). Algunas otras se enfrentan a perlas de leche, mastitis, mordidas, etc y van a su grupo de maternidad a leer “Checa el agarre” ¡Ya lo cheque yo, la asesora y hasta el Papá! Es aquí dónde empezamos a desacreditar el sentir de alguien más, solo porque a mí no me pasa, hay temas que parece que tienen respuestas automáticas.

 

Está prohibido sentirte rebasada o cansada porque de inmediato alguien te dice; “Vale la pena, son lo mejor que te puede pasar” Parece que tenemos que poner el papel de madres sufridas para encajar en nuestros propios e inexistentes estándares de madre perfecta.

Ante alguna queja tuya, siempre está la madre que es Blanca Nieves y todo lo hace cantando y bailando con aves. No, la maternidad para algunas no es así, si eres de las afortunadas que silba en la ventana y los pajaritos se posan en sus manos, te felicito pero considera que también hay mamás que a veces se sientan en el piso a llorar, mamás que hicieron todo por lactar, mamás que no duermen y están agotadas en ese momento y aunque sí, todo es pasajero, lo que una madre siempre busca es empatía, solo eso.

El tiempo termina dando la razón, es pasajero, deja que ella lo descubra, hay días que con nuestra comprensión es suficiente.

Author: Paola

Soy Paola Acuña, escribir acerca de mi maternidad se ha convertido en mi pasión. Me permite acercarme a otras madres y acompañarnos en este hermoso camino que sí bien no es fácil ha sido único. Soy madre de Alondra que actualmente tiene 21 meses de edad, ella ha logrado una transformación increíble en mi vida, ser su mamá es un privilegio pues de ella he aprendido mucho. Hemos crecido, llorado, jugado y aprendido juntas.

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